Parecen eventos aislados, pero quizás no lo sean del todo y puedan estar, de alguna manera, vinculados en su fondo.
Hace unas semanas, la institución financiera fundada en 1852 por Henry Wells y William Fargo decidió suspender el envío de remesas a nuestro país a través del Banco del Bienestar. La razón aducida por esta institución bancaria, emblema del movimiento transformador, fue que se quería evitar duplicidad de funciones con la Financiera para el Bienestar, antes Telecom, pero la realidad que subyace a la decisión de Wells Fargo es la sospecha de que a través del banco mexicano se pudiera estar blanqueando dinero sucio.
También durante las últimas semanas se dio a conocer la decisión del gobierno de los Estados Unidos de retirar las visas a destacados personajes del ámbito político e incluso del ambiente artístico, sin dar mayores explicaciones, pero que han dado pie a toda clase de especulaciones sobre las verdaderas razones del gobierno norteamericano para adoptar esta medida, que tendrían que ver con actividades ilícitas o relaciones impropias.
El llamado huachicol fiscal está asimismo bajo la mira de las autoridades del vecino del norte.
Los decomisos de grandes cantidades de combustible ilegal, tanto en buques como en vehículos terrestres, han dejado al descubierto una extensa red sofisticadamente organizada que habría producido ganancias multimillonarias a sus operadores que involucran, indefectiblemente, a personalidades políticas.
Complementa el enrarecido panorama la decisión del impuesto a las remesas anunciado desde la Casa Blanca que, aunque no es exclusivo para México, tendrá un impacto importante en la economía doméstica.
El año pasado, según los propios datos del Banco de México, nuestro país recibió casi sesenta y cinco mil millones de dólares, pero esta fenomenal cifra se ensombrece también con la sospecha de que los envíos de dinero de nuestros paisanos habrían estado contaminados por el crimen organizado.
Sea en respuesta al clamor popular o a causa de las presiones externas, es evidente el nuevo rumbo que ha tomado la estrategia de seguridad de la presente administración, con una acción directa de mayor contundencia contra las bandas criminales que siembran el terror en diversas regiones de la geografía nacional, pero tal vez lo más importante a tomar en cuenta, ahora que se privilegia la labor de inteligencia, sea la desarticulación de las redes de complicidad que se hayan construido en el pasado y que son el punto de confluencia de todos los eventos reseñados.
Los mensajes que se envían desde el norte son elocuentes y no pueden suponerse como simples hechos aislados.